Rory McIlroy sigue rompiendo récords de precocidad. En una temporada que no había empezado nada bien (puesto 17 en el Accenture había sido su mejor clasificación) el norirlandés ha inaugurado su palmarés en el circuito estadounidense a lo grande: victoria en Quail Hollow, un torneo de prestigio y ante los mejores del mundo.
La última vuelta de McIlroy ha sido de escándalo: 62 golpes, -10 en el día, -15 en el total, en una vuelta sin bogeys y con golpes de gran calidad. Especialmente definitivo ha sido el segundo golpe en el 15 para dejarse un putt de metro y medio para eagle. Y no menos bueno ha sido el birdie con un putt larguísimo en el 18 para termina la Green Mile, los tres últimos hoyos de Quail, el final más difícil del circuito, con -2 cuando la media está cerca del +0,5.
Su swing es perfecto y no es de extrañar que, como cuenta mi compañero Juan Morenilla en EL PAÍS, su entrenador se lo haya grabado desde cualquier posición y lugar para verlo una y otra vez. Y la victoria ha sido contra un gran Phil Mickelson y un buen Ángel Cabrera (lástima del putt el último día).
El relevo generacional está ahí. McIlroy es un jugador de lo más sólido y al que le gusta el espectáculo. Viva el golf.
No hay comentarios:
Publicar un comentario