No busquen explicaciones porque no las hay: Phil Mickelson es así. El segundo mejor jugador del mundo, un genio que a veces es sencillamente el número uno, tiene esas cosas y además le han hecho famoso, aparte de costarle varios disgustos y algún que otro major.
En esta ocasión ha ocurrido durante la segunda jornada del Shell Houston Open. Mickelson marchaba -4, a pocos golpes de la cabeza y con un juego sólido cuando un triple bogey en el hoyo 10 se ha cruzado en su camino. Un par 4 que se ha convertido en un infierno a raíz de una mala salida, seguida de un golpe a diestras en una posición imposible y varios desajustes más. Triple bogey y el inicio de una serie de putts fallados que le han llevado por encima del par y a pasar el corte de milagro.
Qué quieren que les diga. No va a dejar de hacerlo, por mucho que su caddie Foster insista. Seguro que no ha podido evitar ¿Y si me sale?
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