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22 jun 2009

Dudas insomnes, sueños del U.S. Open

Escribo minutos después de que termine la retransmisión de la tercera y el principio de la cuarta y última jornada del 109º U.S. Open, un torneo que siempre es diferente, pero que esta vez ha unido a esas peculiaridades tan conocidas, comentadas y criticadas un surrealista carrusel de interrupciones, inundaciones, idas y venidas y jornadas mezcladas que descolocan al más organizado. Y no es que lo critiquemos, esto es así, simplemente lo comentamos.

El resumen: mañana me pierdo el desenlace o, al menos, no lo podré disfrutar en esencia. Lo dejo todo en manos de la eficacia técnica de plus.es/golf y de que la actualidad de la tarde del lunes me permita prestar algo de atención, aunque sea a la narración. Qué malo es el golf, señores, que me lleva a ir al trabajo con intención de hacer más bien poco.

Por cierto, con Tiger Woods prácticamente descartado yo espero que Phil Mickelson remonte y haga sangre de los nervios, los excesos de temperamento y las inseguridades que van a surgir de los dos líderes: Ricky Barnes y Lucas Glover. Y si no es él, que complete el ataque David Duval. Sería un final feliz, un gran subidón difícil de disimular en medio de la redacción. 

El espectáculo promete, porque la carrera de obstáculos que es este grande se está complicando por momentos. Y mañana, por fin, con los greenes de Bethpage Black duros. Y yo currando. Lo que decía: qué malo es el golf.

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