Me encantaría equivocarme y tener que escribir otra vez el domingo por la noche, o el lunes de madrugada, para decir que sí, que por fin, que el señor Sergio García se ha llevado un grande. Es lo que más deseo, lo que más esperan los aficionados españoles al golf. Pero seamos un poco objetivos, si es que se puede, o al menos razonemos un poco.
Ayer en el Casa Club de Golf + se vio un buen ejemplo de cómo la pasión puede estropear un análisis. Algunos de los presentes decían, incluso, que su favorito era el español. No nos pasemos. Como bien decían los que mantenían la compostura, Sergio no lo ha hecho bien nunca, o casi nunca, en Augusta y, al contrario de lo que ha pasado en el resto de grandes, nunca ha estado en condiciones de ganarlo. El Augusta National es un campo en el que las sensaciones y los putts son esenciales y Sergio García no está bien en ninguno de esos dos aspectos.
Quiero equivocarme, insisto.
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