Augusta es una pequeña ciudad de Georgia de unos 200.000 habitantes. Aunque sólo sea por proximidad con uno de los templos del golf, seguro que tiene un importante número de aficionados a este deporte. Sin embargo, como en todo, habrá gente que pase de ir a verlo (al fin y al cabo, la capacidad del campo no es infinita) e incluso habrá quienes no aguanten el bullicio que esos chicos que le pegan tan bien a la bola llevan a la ciudad una vez a al año.
Karen Peters y su familia pertenecen a ese grupo y desde hace 18 años. Lo suyo es un negocio redondo. Tienen una de esas maravillosas casas verdes y blancas, grandes y amplias, clásicas y confortables que se ven por la tele. Mercedes Benz, una de las marcas más vinculadas con el torneo, les alquila la casa por un dineral, quita los muebles, la adapta para recibir visitas y se la deja a clientes de lujo. Cuando los Peters vuelven de su viaje a algún rincón del mundo a costa del alquiler que les paga Mercedes se encuentran la casa tal cual estaba y la cuenta corriente enriquecida. No deja de ser otra manera de disfrutar del golf.
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