Hace tiempo que China suena como gran mercado, futura potencia y punto de inflexión del golf mundial. Aquí ya hemos constatado su pujanza en plena crisis, la misma que les ha permitido conseguir la sede fija de la Copa del Mundo, y su atractivo para inversores, profesionales y aficionados.
El mejor ejemplo de todo esto es Mission Hills. Un complejo de 12 campos diseñados por prestigiosos jugadores y profesionales. La lista quita el hipo: Olazábal, Leadbetter, Singh, Duval, Els, Anikka... Las demás cifras son espectaculares: una casa club de 65.000 metros cuadrados; una tienda, mejor dicho, un centro comercial de golf de dimensiones extraordinarias, 6.000 trabajadores, entre ellos 3.000 caddies, miles de millones invertidos y así hasta que nos cansemos.
Por cierto, el torneo, organizado bajo el bello lema de Por el Honor, se juega en el campo de Olazábal, un extraordinario recorrido. Un par 72 de 7.320 yardas y 115 bunkers con varios hoyos como el monstruoso 14 o el bello 16 que dejan clara la intención del diseño y de quien lo encargó: calidad y espectáculo. China sigue dando grandes pasos, le faltan los golfistas.
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