La noticia del accidente de automóvil Tiger Woods cerca de su casa en Orlando, Florida, el pasado viernes tuvo un tratamiento muy particular. Y lo digo en tanto que uno de los responsables de ELPAÍS.com y sin duda el más agobiado por el futuro del número uno del mundo.
Cuando llega una de estas alertas por agencias, es normal esperar y confirmar. Al menos en el caso del medio para el que trabajo. Otros se lanzaron a la piscina y luego acusaron a los medios estadounidenses, habitualmente tranquilos y mesurados y que en esta ocasión, todo hay que decirlo, mantuvieron durante mucho tiempo, demasiado, la idea de que Tiger estaba "herido de gravedad".
En cualquier caso, tras apostar por la mesura el resultado fue éste. Luego, con bastante éxito de público, el periódico ha seguido la historia por un lado que no es el que corresponde con su línea y que, desde luego no me gusta nada.
Por cierto, según las noticias que han aparecido a lo largo de la tarde del martes, Tiger tendrá que dar explicaciones a las autoridades, pero no se espera que presentes cargos contra él. Fin de la historia.
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