Pablo Martín ha ganado el Alfred Dunhill de Suráfrica, victoria que resuelve su situación en el circuito durante los próximos 12 meses merced a una exención, le ha hecho 158.000 euros más rico y, sobre todo, el golfista más feliz sobre la tierra.
A sus 23 años el malagueño no encontraba el juego después de su ingreso en la elite del golf europeo precedido por la fama de su gran juego como amateur. Y sin embargo, desde Estoril hace dos años, nada de nada.
De hecho había perdido la tarjeta del circuito, a pesar de un muy loable esfuerzo en la última parte del año. Ahora tiene el horizonte despejado, de la noche a la mañana y gracias a su templanza a la hora de defenderse de los ataques del surafricano Carl Schwartzel en una tensa última jornada. Es lo que tiene el golf: de la nada al todo en un fin de semana.
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